En mi comprensión, librepensamiento es el pensar con libertad, lo que implica haber hecho antes el trabajo de analizar los propios prejuicios, creencias, idiosincracia, valoraciones subjetivas, para encontrar las trabas que entorpecen la función de pensar.
En este proceso la razón cumple un papel principal, razón que debe estar fundamentada en conocimientos para poder actuar, conocimientos vivos enraizados en la experiencia y la comprobación, a partir de la información recibida de otros.
Seguidamente, el pensar libre implica sopesar el valor de los elementos que concurren al razonamiento, de acuerdo a su grado de confiabilidad: no es lo mismo el conocimiento derivado de la comprobación propia, que la información recibida de otros y que a veces constituye una mera ilustración teórica que permanece en la superficie.
Esto conduce a una actitud crítica hacia aquello que no ha sido comprobado por uno mismo. Las afirmaciones de autoridades en algún campo del saber, sean morales, científicas, políticas, religiosas u otras, no tendrán el mismo peso que aquellas comprobaciones realizadas individualmente. Su valoración dependerá del grado de confianza que al propio juicio merecen esas autoridades, y siempre serán aceptadas en tanto y en cuanto sean pasibles de experimentación y verificación, hasta el momento en que puedan ser puestas a prueba y verificadas.
Un corolario de esta definición es que la creencia ciega no tiene lugar en el pensamiento libre. Afirmaciones imposibles de verificar, dogmas, apelaciones a la sensiblería y, en fin, todo intento de detener el propio avance hacia el logro de un conocimiento por medio de la experimentación, son rechazados por la mente libre.
